"Te enamoraste de un loco", esas fueron las palabras que me dijo Chocolat. Si, me enamoré de un loco y vueltero. Me dijo que estaba loco porque estaba loco por mí, que yo le volvía loco. Me besó, le devolví mis besos. Nada es más fuerte que el deseo y la tentación. Pero ahí, cuando nos estabamos dando dulces besos, pensaba que esos besos serían los últimos de nuestras vidas, que nuestros labios van a ser tocados por otros labios ajenos y futuros. Lo siento, Chocolat. Sé que te dije que nos seguiríamos besando pero no puedo más. Debo admitir que hablarnos y decirnos algunas cosas más claras, me hizo muchisimo mejor. Ahora, no lloro más, no sufro más cuando te veo. Ya no sigo tus pasos, ya no mido cada palabra tuya que me dice al oído, ya no te sigo al pasillo a fumar. Ya no, estoy feliz porque todo terminó aunque te siga amando con todo mi corazón. Cuando nos estabamos besando, mi alma se fue enfriando poco a poco y dije... basta, hasta ahí nomás y me fui. Le volví a admitir en mi vida pero no en mi corazón. Mi corazón está agotado de sufrir y mi alma de llorar.
Pero... ¿acaso me estoy mintiendo? ¿acaso que al pasar unas horas, cambiaré de opinión respecto a todo lo que dije antes? No sé, nunca sé lo que voy a sentir mañana, no sé si lo voy a extrañar, no sé si me voy a caer en esa tentación de nuevo, no sé, no sé y no sé!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario