Me encontré frente al espejo, semidesnuda y con pelo despeinado y revoloteado, peinándome y tratando de desenredar los nuditos. Tenía ojos dormidos y cansados, también inocentes y esperando ver las cosas más crueles. Al rato, sentí que una de sus manos agarraba mi pelo y que otra agarraba el peine que yo tenía. Me empezó a peinar, me miraba a los ojos a través del espejo. Lo veía admirando mi cuerpo semidesnudo y cansado de toda una noche de pasión desenfrenada. En ese momento, tenía la mente en blanco, no pensaba nada más que irme a casa y dormir en mi propia cama. No veía la hora de ducharme y sacarme toda esa suciedad que tenía en mi cuerpo. No era suciedad porque estaba sucio sino que estaba manchado de sexo y sudor de una persona ajena. Nunca pensé que el destino me esperaba para darme sufrimientos, dolor y amor.
Al pasar los meses, me encontré en un suelo alfombrado y frente a frente al mismo hombre, rozándome con la misma piel. Lo veía como a una silueta con un hermoso cuerpo, con una hermosa piel, suave como un terciopelo, como a un hombre hermoso con un sexo maravilloso que me volvía loca en cada noche que nos juntábamos a escondidas pero poco a poco, lo fui viendo como a un hombre que me importaba de veras, una persona especial que invadió mi alma y corazón, que me robó la vida en un cerrar y abrir de ojos. Fui conociendo los sentimientos más dolorosos, más extraños y más hermosos de la vida, fui enamorándome de a poco, fui poniéndome celosa de cada mujer que le hablaba a ese hombre hermoso.
De repente mi vida se fue abajo, me fui obsesionando en las cosas que él hacía, en las palabras nuevas que me decía a mis oídos, en las miradas en las que trataba de descifrar qué eran, en las cosas que me hacía, en el lecho o en la vida cotidiana. Esa persona fue llenando toda mi cabeza, empecé a pensar en él, empecé a buscarlo y llamarlo en los fin de semana. Me volví sensible cada vez que veía a una pareja enamorada, a un padre cuidando de sus hijos, a los niños inocentes deambulando por la calle, las películas dramáticas o románticas en busca de un amor pérdido. Empecé a desconocerme, a desesperarme como una loca, a tratar de descifrar mis sentimientos nuevos y extraños, a preguntarme qué hacía con las cosas que tenía.
Me enamoré, descubrí ese sentimiento tan hermoso y me lo guardé, jamás le dije a ese hombre, jamás y esperé tanto tiempo a que me dijera esas palabras, esperé a que no me sintiera sola en ese amor. Por fin llegó ese día, me dijo esas palabras maravillosas pero al día siguiente, se retractó. Mi alma se rompió en mil pedazos pero mi corazón seguía intacto, seguía enamorado y fuerte. Quedé en su lista de espera de nuevo. Al pasar mucho tiempo, me vino a mí y me dijo "de a poco me estoy enamorando de vos", mi cabeza voló, mi corazón latió a mil, no pude evitar el delirio que me llenaba el alma y mente todos los días. Me sentía re feliz y cansada de tanto amor que le tenía.
Pero los malditos obstáculos interrumpieron nuestro camino, el cual estabamos construyendo despacito y con amor y devoción. Lo interrumpieron sin previo aviso, no me avisaron a mí ni a él. Corrieron por toda nuestra relación con hambre, con ganas de devorar nuestra hermosa vida juntos como si fueran hormigas en busca de comida. Yo no les hice caso, decidí seguir y luchando por ese amor, pero por lo débil, por lo tonto e infantil que es él, él se cayó, se metió en esas milésimas de hormigas hambrientas. Se fue, partió de mi vida sin avisarme porque no quería lastimarme, se fue en silencio pero lo alcancé y le dije "me di cuenta de que te estas yendo, ¿por qué?". "Es que estoy tan confundido, caí en la tentación, te pido perdón, seguí con tu vida y yo con la mía de siempre, no te quiero lastimar".
Me encontré frente a la pantalla de mi computadora derramando milésimas de lágrimas y fumando cincuenta cigarrillos, llenando mis pulmones de humo queriendo matarme. Mi cuerpo tembló, me paré pero me caí, arrastré por el suelo en busca de amor, me fui hasta un rinconcito a sentarme. Me senté, lloré, lloré sin tregua, grité y me maldije por ser tan tonta al haber creído que ese amor duraría para siempre. "Nada es para siempre" me dije. Algún día, alguno de nosotros tenía que morir, tenía que seguir solo en su camino y me tocó a mí. Me tocó volver a mi camino solitario y en busca de alguien que me ame y me dé todo el afecto que me dio el gran amor de mi vida.
Creo que ya se secaron mis lágrimas, creo que ya me estoy amigando con el sufrimiento y la soledad. Le dije mis últimas palabras, le dije un "te amo" al fin, le dije que no iba a olvidar sus besos, sus abrazos, sus caricias y su olor a sudor y piel y finalmente le dije un adiós después de tantas idas y vueltas que me hacían re mal.
Te amo por siempre, no te voy a recordar como a una persona que me lastimó sino como a una persona que me enseñó muchas cosas, el amor, el dolor, los celos, la alegría, las risas, la sensibilidad por la vida. Nadie podrá quitar esos recuerdos intactos en mi mente, cada recuerdo de tu recuerdo, los recuerdo como si fuera ayer.
Adiós.
1 comentario:
Me encanto lo que he leido. Si lo escribiste tu, eres excelente escritora, ya que me transmitiste tus palabra.
Publicar un comentario