domingo, septiembre 19, 2010

Sueros y más sueros, lo veía así acostado y soñoliento, a veces despierto y mirando a su alrededor agradeciendo que todo salió bien.

Estoy más que agradecida porque todo salió según lo planeado y me contenté aún más cuando le dieron de alta y está en mi casa, tranquilo y acompañado por nosotros.

Jamás imaginé llegar a verlo operado e indefenso, pidiéndome que le preparara un mate cocido o que le diera de comer por su brazo inmovilizado por el suero. Por un lado, me alegré de poder ayudarlo y por el otro, odié tener que verlo así. Él es el pilar de la familia y jamás tuvo que pedir una ayuda nuestra pero llegó ese momento irremediable en el que tenía que quedarse allí viendo cómo nosotras hacíamos de todo para hacer todo bien.

Sólo nos queda esperar unos días más para saber su patología, el maldito tumor que albergó dentro de su ser por un tiempo ya no está. Sólo espero que todo salga bien, sólo espero verlo de nuevo así caminando, corriendo, riendo despreocupadamente y arreglando cualquier cosa, que es una de sus pasiones.

Pero también está esto: tengo que ser realista, mis viejos ya no son los mismos de antes, ellos, cada día, envejecen más y tengo que estar preparada para cualquier golpe como el golpe que tuve de mi padre hace un par de meses y me costó mucho abrir los ojos para ver la realidad y me costó poner mi cabeza en su lugar y aceptar que en la vida… está llena de sorpresas.

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