jueves, agosto 12, 2010

La mujer rota

La mujer es la víctima estupefacta de la vida que ella misma eligió: una dependencia conyugal que la deja despojada de todo y de su ser mismo cuando el amor le es rehusado. Sería en vano buscar moralejas en estos relatos; proponer lecciones, no; mi intención ha sido totalmente diferente. No se vive más que una sola vida, pero, por la simpatía, a veces es posible salirse de la propia piel. Me siento solidaria de las mujeres que han asumido su vida y que luchan por lograr sus objetivos; pero eso no me impide, al contrario, interesarme por aquellas que, de un modo u otro, han fracasado y, en general, por esa parte de fracaso que hay en toda existencia.

Simone de Beauvoir.


Es una historia de una mujer ama de casa típica, casada con un hombre alrededor de los años 70.
Monique se despierta a las tres de la mañana y encuentra a su esposo sentado en la silla del dormitorio con un whisky en la mano y él mismo se le declara que tiene una amante llamada Noellie.
Desde entonces, Monique quién decide dejarse llevar por todo lo que está pasando en la relación entre esposo, esposa y amante con la esperanza y seguridad de que al final de todo, él se queda con la esposa. Mientras transcurre el tiempo, mientras el esposo llega tarde a la casa después de pasar la noche con Noellie y Monique la recibe en su cama. Pero este tipo de libertad lleva a que el esposo decide quedarse todas las noches con su amante.
Monique, sin darse cuenta, empieza a hundirse, a llenarse la cabeza de muchas ilusiones, ideas falsas y verdaderas y a perseguirse, a sentirse curiosa por la vida de Noellie, a compararse con ella, a observar cada acto de su esposo, a controlarse todo lo que dice y a preguntarse si cada cosa que ella misma hace está bien o está mal.
Todas las palabras de Monique en el libro expresan todo tipo de sentimientos, cada día surge un sentimiento nuevo. Un día ella se levanta y decide ponerse bien pero al otro día se derrumba con sólo imaginar a su esposo caminando de la mano con Noellie riendo y charlando, algo que deberían hacer los esposos.
Al mismo tiempo, el esposo, Maurice, no quiere perder a la esposa y tampoco abandonar a Noellie. Intenta mantener a su esposa feliz pero al final no puede porque termina arrastrándose por Noellie.

Me sentí identificada con Monique. Yo no estoy casada, ningún hombre me traicionó pero me identifiqué con cada palabra que ella expresa en ese libro. Ilusiones, decepciones, tristeza, felicidad, esperanza, desesperación, soledad, abandono.
Con tan solo imaginar a un amado con otra, pasamos por un torbellino de sentimientos extraños y desesperantes que casi nos pueden llevar al borde del abismo. Por ejemplo, Monique empezó a dormir mucho, a levantarse al mediodía, cosa que no es inusual en ella, a no bañarse, a no salir ni comer para que su esposo notara que ella está sufriendo y que ella no puede vivir sin él. Pero el final es el mismo. No podemos cambiar los sentimientos de otras personas, una vez que se acaba el amor, se acaba aunque hayamos intentado mil veces revivirlo pero es así, con los años o meses que pasan, uno se da cuenta de que la persona que estuvo a su lado, no es la indicada y busca una forma de separarse de la mejor manera.
El sentimiento más recurrido y conocido es la impotencia. Impotencia de no poder revivir los sentimientos que una vez estuvieron, de tener respuestas a nuestras propias preguntas que empezamos a hacer cuando todo va cambiando, impotencia de no poder entrar al alma a ver qué está pasando y de sacar conclusiones. Y la impotencia más grande de no poder simplemente con nuestras manos agarrar la cabeza a agitarla y volverla al mismo lugar de antes.
Yo estuve sentada en el medio de la oscuridad mil veces a pensar, pensar y pensar y a hacerme mil preguntas sin respuestas, a recordar esos buenos momentos que habíamos pasado juntos y a preguntarnos el por qué no podemos vivirlos otra vez sin ninguna dificultad y vivirlos felices pero no podemos volver a sentirlos y nuestras cabezas se confunden aún más.

Anoche vi un episodio de Sex and the city, que Carrie intentaba seguir viviendo como siempre a pesar de que no estaba más con su amado, salir con otros hombres, salir de noche, tomar tragos y reír pero al final de todo, vemos algo como una foto, un recuerdo o a ese mismo amado con otra, nos derrumbamos otra vez. Esa ceguera a veces dura varios meses y un día, de la nada, nos damos cuenta de que estamos volviendo a la realidad y nos derrumbamos y pasamos en la cama derramando lágrimas pasadas que debieron derramarse en el primer día de la ruptura. Yo pienso que no existe una mujer fuerte, que no haya llorado por una situación así. Una vez que hayamos conocido el amor, nos volvemos más sensibles a cualquier cosa que nos puede pasar y a valorar mejor las cosas que tenemos. Buscamos desesperadamente alguna actividad cualquiera para distraernos pero no podemos estar ocupadas las 24 hs. del día y siempre tenemos ese huequito de minutos de tiempo libre para pensar e inevitablemente nuestros pensamientos se dirigen a esas escenas, a ese problema y nos llega el dolor de nuevo. Como que vamos armando un castillo de cartas y nuestro tiempo emite una pequeña brisa y todo se derrumba de nuevo.

Lo único que nos queda es vivir ese dolor cada día, no ocuparnos demasiado y aceptar que la vida es una cadena de amores no correspondidos, con la esperanza – que es la cosa más valiosa de la vida - de volver a vivir un amor diferente y apasionado, llorar tanto cuanto podamos, desahogarnos de una buena forma que hace bien. La vida es una infinidad de malos y buenos momentos. Viví esto una vez y otra vez lo estoy viviendo y lo más sorprendente es que ahora sé controlarme y cuando leí este libro, me di cuenta de que no soy la única que lo vive. Ahora pienso que esta es una etapa para apodarnos como “la mujer rota” y sé que algún día estaré como nueva otra vez.

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