Ahora no tengo ganas de pensar ni negar ni discutir ni tener la mente firme ni extrañarlo.
No me importa volver a verlo, sentirlo, sufrir, llorar, ya no me importa nada.
En estos momentos necesito desesperadamente que él sacie mi sed de beber sus labios y su sudor.
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Sólo me importa esto: amarlo.
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Hoy voy a verlo y nosotros juntos vamos a sumergirnos en un mar de sentimientos. No pensaré en mañana... no, no, NO ME IMPORTA NADA.
2 comentarios:
Ojalá yo pudiera decir lo mismo!
Carpe diem ;)
Los impulsos forman parte de nuestra naturaleza, y en muchas ocasiones es muy difícil retenerlos. Difícil... y triste.
Triste el tener que retener esos sentimientos que llevamos dentro y que nos matan por retenerlos e intentar sofocarlos.
Es una dulce ceguera la que describes... que paradójicamente te devuelve a la felicidad
Un beso,
Rebeca
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