Mi dedo se dirige a un botón. Click. La luz se prende y a la primera persona que veo en la mañana es a mí misma. Estoy enfrente al espejo, me quedo quieta durante sólo dos segundos, me digo buen día. ¡Qué alegría es poder despertarme cada día y sentirme viva!

Sentir correr el agua sobre mis dos manos haciendo un sólo hueco y ver cómo se inunda mientras dejo escapar algunos chorros entre mis dedos como si fuesen cosas que se escapan de mi vida cada día.
Me lavo el rostro, siento cómo el agua fría hace que los diminutos poros se cierran y cómo exhalo cuando el agua se hace contacto con los orificios de mi nariz.
Me observo todos los días, a veces me miro y me amo, a veces me miro y me odio, a veces me miro y me doy lástima, a veces me miro y me pregunto… ¿quién soy?