En fin, ayer, sábado, fue un día agotador. Mi hermana y yo nos levantamos a las 5 de la mañana para ir al hospital Elizalde para vacunarnos para evitar esa mierda de la fiebre amarilla. Fuimos a Constitución y todavía era de noche. Nos pusimos en la cola y delante de nosotras estaba un chico rarito y notablemente vagabundo que estaba transpirando y vigilando algo. Me imaginé una escena de vomitarnos en la cara y contagiarnos la fiebre amarilla (la película Invasores quedó en mi cabeza).
Ya a unos pasos de la entrada al hospital, los putos médicos cerraron la puerta y dijeron que ya se habían acabado los antídotos. Soeur, su novia y yo teníamos la calentura en la garganta y yo ganas de gritar, llorar, putear e ir al baño a hacer la cagadera mañanera como es mi costumbre. Tenía el mate en mis brazos y me decía “basta que te vas a mear y cagar mal” pero seguía tomando y tomando por los nervios.
Gracias a la madre de mi cuñada nos propuso ir al hospital en San Telmo, fuimos en su auto y nos detuvimos en el hospital.
Entramos y nos detuvo un policía preguntándonos qué queríamos…
…
Resultó ser una comisaría.
…
Fuimos a la esquina en donde estaba el hospital y ahí vimos que teníamos que ir al hospital Francés por lo tanto fuimos ahí. Al llegar, vimos que no era tan larga la fila pero tardamos una hora en llegar a la puerta y vacunarnos de una.
Entramos, llenamos los formularios y nos dieron indicaciones en las cuales decían que no podíamos tomar remedio alguno hasta dentro de diez días (chau Nerviocalm) y no comer huevo y pollo.
Entré al consultorio y dije “hola” con pura inocencia en el rostro y esa doctora con cara de “basta de vacunas, ¡quiero dormir!” se acercó rápido con la aguja en la mano levantada. ¡Ni siquiera me dio tiempo para aguantar la respiración!
¡Si que dolió!
¡No por la punzada sino porque me trató como si fuera un muñeco del vudú!
Hoy tengo la mente bien ausente.
Y estoy a la mira mi DNI, por supuesto.
10 comentarios:
Filas y más filas. Para cagar, pagar, comer, viajar...podría ser así de fácil para cosas como el amor o la muerte.
A mí no me duelen las vacunas ni las extracciones de sangre. Pero la señora realmente me asustó cuando vino cual derrumbe hacia mi brazo semi descubierto para clavarme la aguja. Me asusté y por eso di unos pasos atrás mientras ella avanzaba con violencia enfermera de fin de semana y 900 horas de trabajo semanales por un sueldo de perro callejero. Igual la pasé bien con ustedes dos, me hicieron reér con sus delirios que no permitirían que nos vacunaran. Y de haber sabido que te cagabas encima, me hubiese reído todavía más...por eso no comiste la sopa paraguaya! Ja!
Gracias, mamá, por insistir.
al menos el consuelo es que dura 10 años...
felicitaciones espero que todo salga bien.
hermosa hice un post nuevo si queres pasar.. me gustaría tu opinión.
gracias besos y te quiero. lo sabias?
Como a las vacas en el ayuntamiento.
Cuando pensás que no te va a doler, te arrancan el brazo...
No queda otra que aguantar a que te la pongan y ver si duele o no.
Abrazo! Volvi!
yo fui, no me vacune
y aca estoy :P
Y bueno, tanto trámite y sacrificio al final tendrá su justa recompensa. Que todo salga bien y mucha suerte =)
¡Sonrie!
Es cierto lo de las colas para todo. La paciencia se termina, uno trata, somos tantos!
En fin...ni huevo ni pollo ni Nervocalm como el papá de Mafalda.
Te mando un beso grande, que estes re bien. Saludos a la hermana!
Fer.-
Uff a mi da panico las vacunas sobre todo q vez q me inyectan son puras enfermeras sadicas q me dejan marcas.
Y con respecto a los permisos q mal q tengas q tener 21 pa hacer lo q se te de la regalada gana, en chile motificaron eso hace mas de 20 años , ahora a los 18 hacemos lo q se nos reviente
QUe estes bien
besos adioz
Gracias por q pasar igual
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