Una mañana ideal

Sentía que estaba todo pacíficamente silencioso, re linda era esa sensación, nada de movimientos, solo se sentía mi respiración. Tenía los ojos cerrados y soñaba algo raro, bue, rarísimo pero ya no me acuerdo. ¿Vieron que saben que soñaron algo rarísimo pero ni se acuerdan de eso?. Bue, a mí me pasa eso.
Sentía mis piernas suavecitas frotando contra las sábanas y mis brazos fríos. Estaba feliz porque había dormido mejor que nunca, profundamente porque hacía frío, ni me transpiraba.

Sentí movimientos bruscos en mi hombro pero claro, no le di bola y seguí soñando. Otra vez esos movimientos pero en mi pierna. ¡Maldición! Abrí uno de mis ojos para ver qué pasaba. Vi a los ojos de mi mamá con esa famosa expresión "¡despértate que me quiero ir a dormir!". Bueno, me desperté pero por supuesto, seguía en la cama. Como en todas las mañanas, me estiré lo que más pude. Primero mis brazos, mi pierna izquierda y por último mi pierna derecha.

Sentí que en el muslo de mi pierna ardía, se transformaba en algo caliente, doloroso. ¡Calambre!

MAMÁAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Ella, conociéndome mejor que nadie, agarró mi pierna brutalmente, apoyó con sus DOS MANOS contra mi pie para adelante como si yo fuera un animal enorme y grité como una loca. Lo hizo de una forma demasiado brutal. Mi otra pierna movía al aire.

¡PARÁ MAMÁ QUE ME DUELE!
¡AGUANTA!

Sí, claro, ella sólo quería que terminara todo e irse a dormir.
Ni bien se me fue todo el dolor, caí sobre mi cama de nuevo y cerré los ojos.

Otra llamada brutal en mi hombro.
Mi hermana me gritó con una toalla en su mano:

¡DESPÉRTATE, BAÑATE RÁPIDO O SE EXPLOTA EL CALEFÓN!

No entendía un carajo pero me levanté lo más veloz que pude y me fui a bañar. Me bañé tan rápido que yo no podía creer que podía batir ese record!

Después de despertarme, justo después de bañarme:

- ¿Y eso del calefón? -
- No sé, ni idea, es lo que me dijo papá -
- Maldición, tú sabes que papá exagera -
- Pero vio un fuego rarito y capaz explotaba -
- Sisi, era solo para despertarnos, sabelo -

Les juro que odio ese tipo de mañanas, que me llamen brutalmente, que el mismísimo calambre me despierte a los gritos, que alguien me diga algo que me asuste, que me bañe rápido (soy de pasarme el cuerpo con jabón dos veces, uno con la mano y otro con la esponja, obsesiva, ya lo sé) y que al final me digan algo que ni tiene sentido.

En fin, ahora no tengo trabajo y estoy más aburrida que un hongo en el medio del bosque.